Tras las elecciones de
ayer no son pocos los españoles de izquierdas que se han echado las manos a la
cabeza sin poder entender por qué ha ganado el PP las elecciones, y además aumentando ostensiblemente su número de escaños. Después de hacer algunos análisis someros y poco meditados, han llegado
básicamente a dos conclusiones: o ha habido pucherazo o España está llena de
gilipollas. Obviamente, desde el bando vencedor están convencidos de que se ha
impuesto la cordura y el sentido común, y que los otros, los rojos, son poco
menos que unos bastardos que quieren arruinar España; al menos lo que ellos
entienden por España.
Y ahí puede que esté
la clave. En el hecho de que una misma palabra, como España, puede tener
diferentes significados connotativos para cada persona. Está clarísimo que las siglas PP no
significan lo mismo para todos los españoles. Para algunas personas, normalmente
de izquierdas, PP significa corrupción, represión, censura, prevaricación, manipulación mediática,
recortes, desahucios, fanatismo religioso, patrioterismo, mangoneo, tráfico de
influencias, facherío... Es lógico pensar que no debe de ser eso lo que
entienden los millones de personas que han vuelto a votarles. Haciendo un gran
esfuerzo para meterme dentro de sus cabezas, me atrevería a decir que lo que
ellos entienden es algo así como patria, orden, efectividad, sensatez, recuperación económica, escuela
concertada, toros, catolicismo, procesiones, familia, fuera independentistas, fuera
inmigrantes…
Supongo que a los de
izquierdas los árboles no les dejan ver el bosque y son incapaces de captar en
esas siglas el valor de todos esos significados que emocionan a sus
adversarios. La gente de derechas, por su parte, seguro que ve algunos de los
defectos de su partido –como la corrupción, la manipulación o el tráfico de
influencias–, pero es fácil que lo entiendan como un peaje que hay que pagar para
conseguir todo lo que a ellos de verdad les importa. Y en todo caso, qué
leches, si alguien va a robar, mejor que sean los suyos.
No va a ser fácil entendernos los próximos cuatro años. Las palabras son la principal herramienta de la comunicación, pero son ineficaces cuando significan cosas distintas para los interlocutores. Y vamos a tener que hablar. Eso seguro.
No va a ser fácil entendernos los próximos cuatro años. Las palabras son la principal herramienta de la comunicación, pero son ineficaces cuando significan cosas distintas para los interlocutores. Y vamos a tener que hablar. Eso seguro.
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