El
problema del lenguaje de los seres humanos, y su virtud más sorprendente y
maravillosa, es su capacidad para formular mensajes que no pueden decodificarse
mediante una simple interpretación literal.
Hay
mensajes aparentemente sencillos que solo se comprenden correctamente gracias
al contexto. En el metro, por ejemplo, decimos a los desconocidos cosas como “voy
a salir” o “¿vas a salir?” cuando lo que realmente queremos decirles es que se
aparten porque están obstruyendo la puerta.
Por
otra parte, los mensajes muchas veces solo se entienden gracias a su sentido
figurado. Los tropos y otros recursos expresivos como la hipérbole, la paradoja
o la ironía complican y enriquecen nuestro lenguaje. Estos recursos expresivos
pueden servir para esconder los significados más terribles en elocuciones
aparentemente banales e inofensivas. En la Guerra Civil, por ejemplo, los
falangistas pedían que les dieran café a muchos de sus prisioneros, metáfora
eufemística para ordenar su ejecución. También podemos encontrar el fenómeno
contrario: decir una barrabasada sin ninguna credibilidad para expresar
nuestro profundo rechazo por algo. A nadie se le ocurrió llevar a juicio a los
Siniestro Total en los ochenta por temas como “Matar jipis en las Cíes”. En
este tema se cuenta en primera persona cómo el protagonista llega a una isla y
descuartiza y mata a todos los jipis que encuentra. Tan claro estaba entonces
que odiaban a los jipis como que no iban a tocarles un pelo. Puede que fuera
para algunos un humor negro de mal gusto, de sal gorda y desparpajo punk, pero
humor al fin y al cabo.
Por
todo esto yo entendí perfectamente a Albert Pla cuando dijo en una entrevista que
“mataría a los de Podemos y plataformas ciudadanas. Ahora todavía no llevan guardaespaldas, es mejor acabar ahora”. Quizá yo jugaba con ventaja porque soy
seguidor de Pla desde hace más de veinte años y estoy acostumbrado a su humor
salvaje y brutal, pero era obvio que no iba a matar a nadie y que intentaba
llamar la atención con aquella salida de pata de banco, puede que premeditada e
intencionada. Para cualquiera que forzara un poco sus capacidades
hermenéuticas, estaba claro que lo quería decir es que si los de Podemos llegaban
a gobernar y se hacían poderosos (solo los poderosos llevan guardaespaldas) acabarían pareciéndose a la casta política que tanto critican. No sé si podemos
considerar sus palabras como desacertadas. Consiguió un efecto y una repercusión
que no hubiera tenido diciendo simplemente que preferiría que Podemos
desapareciera antes de que acabara decepcionándonos. Algunas veces los recursos
expresivos buscan impactar al destinatario para que preste una atención especial
al mensaje.
El
anarquismo sui generis de Albert Pla
le ha llevado a expresar en sus canciones y espectáculos el profundo rechazo que siente por el sistema y por toda forma de poder. Así se puede interpretar la indiferencia
con la que hablaba de la muerte de un policía, un político y un militar en “La dejo o no la dejo”, la polémica canción de la novia terrorista, o la crueldad hilarante y demencial del monólogo con el que hace un par de años presentaba en los medios de
comunicación su espectáculo “Manifestación”. En este monólogo explicaba que lo
que le gustaría sería cargarse a los policías, los empleados de banco, los
políticos y los de las multinacionales mientras todo el mundo en la calle le
aplaudía y le sacaba a hombros. En esta misma línea, Albert Pla ha llegado a
destruir Estados Unidos, estado por estado, en su tema “La colilla”, o la
capital de España en “Están cayendo bombas en Madrid”.
Hace pocos meses, un juzgado de Valencia le condenó a cien euros de multa por las declaraciones antes referidas al interpretarlas como una amenaza. Ahora, la Audiencia de Valencia le ha absuelto porque considera que a esas declaraciones les falta “seriedad, firmeza y determinación (concreción del mal)”, algo que saltaba a la vista para cualquier persona con dos dedos de frente. Por otra parte, no fueron ni Podemos ni las plataformas ciudadanas las que denunciaron a Albert Pla, sino un particular, un tal Ricardo Cano, un abogado que o bien es demasiado lerdo para comprender en su contexto y en su sentido figurado las declaraciones de un artista transgresor y provocador, o bien es un espabilado que vio en los despropósitos verbales de Pla una oportunidad para darse publicidad. Sin duda, esto último es lo más probable. Y aunque Albert Pla ha sido absuelto, no me atrevería a decir que el denunciante no se ha salido con la suya. Su nombre está en todos los medios y la publicidad, sea buena o mala, siempre viene bien.
Hace pocos meses, un juzgado de Valencia le condenó a cien euros de multa por las declaraciones antes referidas al interpretarlas como una amenaza. Ahora, la Audiencia de Valencia le ha absuelto porque considera que a esas declaraciones les falta “seriedad, firmeza y determinación (concreción del mal)”, algo que saltaba a la vista para cualquier persona con dos dedos de frente. Por otra parte, no fueron ni Podemos ni las plataformas ciudadanas las que denunciaron a Albert Pla, sino un particular, un tal Ricardo Cano, un abogado que o bien es demasiado lerdo para comprender en su contexto y en su sentido figurado las declaraciones de un artista transgresor y provocador, o bien es un espabilado que vio en los despropósitos verbales de Pla una oportunidad para darse publicidad. Sin duda, esto último es lo más probable. Y aunque Albert Pla ha sido absuelto, no me atrevería a decir que el denunciante no se ha salido con la suya. Su nombre está en todos los medios y la publicidad, sea buena o mala, siempre viene bien.
1 comentario:
He venido aquí guiada por la afirmación : "Mataría a Podemos" y te he ido rastreando hasta dar con tu blog, que he encontrado muy interesante y me ha hecho comprender la frase.
Porque quería pedirte cuentas, ¿Sabes?
-¿Por qué quieres matar a Podemos?
Igual sin querer se están suicidando solos en esta lucha fiera por alcanzar el Poder.
A mi me gustaría que no se aliaran con nadie y que actuaran a la brava, tal y como son. Pero mucho me temo que dadas las circunstancias sin darse cuenta se están volviendo "Casta".
Y yo que me pensaba que cambiarían el mundo.
Cuanto lo siento.
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