Uno de los antihéroes más carismáticos que
nos dejó la gran pantalla en los 90 fue, sin duda, el protagonista de “El gran Lebowski” (encarnado de forma brillante por el actor Jeff Bridges), the Dude, que en español fue traducido,
con su dosis de acierto y desacierto, como el
Nota. Con su dosis de acierto porque el apelativo Nota gustó y se ha mantenido en el imaginario colectivo de los
españoles. Y con su dosis de desacierto porque si algo no es Jeff Lebowski es
un nota. Para mí la palabra nota se aplica más bien a una persona que
desentona, que llama la atención de forma desagradable o brusca, alguien como,
por ejemplo, su amigo Walter (el genial actor John Goodman), un veterano de
Vietnam que es capaz de sacar una pistola para dirimir una discusión en la bolera
o que revienta un coche con una palanca para dar una lección a un adolescente
medio alelado.
The
Dude
en inglés no significa nota ni mucho menos. Dude quiere decir tipo, individuo, es decir, un cualquiera. Y se puede utilizar como sinónimo del vocativo informal guy, que sirve para dirigirte a todo el
mundo, como nuestros tío y tía. Por eso no creo que los hermanos
Coen estuvieran pensando en un nota cuando crearon el personaje. Más bien se
trataba de crear el antihéroe total, un don nadie, un perdedor que pasaría
totalmente inadvertido en Los Ángeles si no saliera a la
calle en bata algunas veces.
Jeff Lebowski es un fracasado que vive al
día, que no tiene futuro y que carece de un pasado glorioso. Los Coen nos
cuentan poco de él porque probablemente no hay nada que contar. El mismo Dude nos da algunas pistas sobre su
pasado, historias que uno no sabe si creerse o no, como que en una ocasión
firmó un panfleto de protesta o que trabajó como roadie en una gira de Metallica. También comenta que estuvo en la
universidad, aunque reconoce que sus recuerdos son borrosos porque se pasó todo
el tiempo fumando porros, montando broncas y jugando a los bolos.
Supongo que el personaje nos cae simpático
por su sencillez, su humildad, su falta de profundidad o de dobleces, su
carencia absoluta de ambiciones. Es un tipo tranquilo, que se declara
pacifista, que no tiene ningún empleo, que juega a los bolos, fuma porros y de
vez en cuando se toma algún ácido. Viste como vive, sin pretensiones, huyendo
de la formalidad y solo preocupándose por estar cómodo. En la soleada Los
Ángeles se puede permitir el lujo de pasar la mayor parte del tiempo con ropa
de playa: camisetas de algogón, una variada colección de bermudas y, por
supuesto, chanclas. The Dude, en
mitad de la ciudad de las ambiciones desatadas, es un tipo que vive como si
hubiera comprendido que nada en este mundo merece tanto la pena como para
esforzarse por conseguirlo. Porque otra cosa que nos cuentan de él es que es un
tipo extremadamente vago, probablemente el más vago de Los Ángeles y, por
tanto, uno de los más vagos del mundo.
Pero si nos conquista desde el principio no
es solo por su pachorra a la hora de encarar la vida, sino porque, aunque sea
un pringado y un loser, no está
dispuesto a dejarse pisotear por los poderosos. Pase que por culpa de los ricos
y sus líos absurdos le metan la cabeza en el váter y le rompan una baldosa con
la bola de jugar a los bolos, pero lo que no puede tolerar es que un matón de
mierda chino se mee en su alfombra, una alfombra que le daba armonía a su
salón.
Lo que nos gusta de the Dude es que no tiene miedo de enfrentarse a los ricos y que
tampoco tiene ningún problema en aprovecharse de ellos si se le presenta la
ocasión y la empresa no requiere un esfuerzo desmesurado. Por eso no desprecia
una copa si se topa con un lujoso mueble bar en una de las mansiones de esos
tipos que tanto le resbalan, ni tiene reparos en hacerles algún trabajo
sencillo si la recompensa que le prometen asciende a unos cuantos miles de
dólares. Y tampoco le hace ascos a tirarse a una niña pija (Julianne Moore nada
menos) si se presenta en su casa y se le ofrece en bandeja. Porque se puede ser
humilde, vago e inútil, pero nunca imbécil.
Y es por todo eso por lo que the Dude nos cae tan de puta madre y, después de ver la película, a todos nos gustaría que fuera nuestro colega para irnos con él a echar unos bolos.
1 comentario:
Su Notísima, un clásico lleno de momentos inolvidables. ;-)
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