Saber qué va a hacer Rajoy después de ser investido presidente es todo un misterio. Con un programa lleno de vaguedades y lugares comunes es muy difícil hacerse una idea.
Hace pocos días pensaba en todo lo que ha dicho y hecho en los últimos meses en busca de una respuesta y era como estrellarme una y otra vez contra un trampantojo pintado en un muro. Nunca es fácil saber qué quiere decir realmente un político, aparte de vótame, y en este caso el ambiguo galleguismo del candidato lleva la complicación a límites insospechados.
Riéndome de sus ocurrencias más felices me vino a la cabeza la que más ha repetido durante este año: que España necesita un Gobierno como Dios manda. La ha repetido tanto que incluso le hicieron un especial en El Intermedio. Hasta Zapatero se atrevió a ser ingenioso, con resultados discutibles, comentado esta humorada de Rajoy.
Una extraña asociación de ideas me trajo a las mientes un cuento que recopiló Jean-Claude Carrière en El círculo de los mentirosos. Fue toda una revelación. De repente comprendí que era posible que aquella frase aparentemente tan banal escondiera toda una declaración de principios e intenciones.
Reescribo de memoria la historia:
En un lugar de la India dos campesinos discutían por unas manzanas. El manzano era de uno de ellos, pero estaba tan cerca de la linde que dividía sus propiedades que algunas manzanas habían caído en la tierra del otro hombre. Los dos estaban convencidos de que las manzanas caídas les pertenecían.
Casualmente acertó a pasar allí un brahmán, un hombre religioso que además tenía fama de sabio. A los dos les pareció buena idea pedirle que les ayudara a decidir cuál de los dos tenía razón.
Después de plantearle el problema, el brahmán les puso una condición antes de responderles:
-Os ayudaré a encontrar una solución si me prometéis que respetaréis mi decisión.
Los dos hombres se lo prometieron y entonces el brahmán les dijo:
-Solo me falta saber si queréis que el reparto se haga según el criterio de Dios o según el criterio de los hombres.
Los dos hombres no dudaron: seguro que sería mucho mejor hacerlo según el criterio de Dios.
-Pues así lo haremos –convino el brahmán-. No recuerdo quién de los dos es el amo del manzano. Mucho mejor. No me lo digáis. Eso ayudará a hacer las cosas como Dios manda.
-Pues así lo haremos –convino el brahmán-. No recuerdo quién de los dos es el amo del manzano. Mucho mejor. No me lo digáis. Eso ayudará a hacer las cosas como Dios manda.
Nada más decir eso, hizo dos montones con las manzanas. En uno solo dejó una manzana y en el otro, todas las demás.
-Tú mismo coge este y tú, el otro. Se acabó la discusión.
Ni siquiera se fijó a quién le daba cada montón. Y sin añadir nada más se alejó de allí antes de que los dos hombres, que se habían quedado perplejos, se atrevieran a protestar.
Esta vez creo que la moraleja es tan sencilla que no hace falta añadir nada más.
1 comentario:
Bien visto, Félix. Un reparto como a los que nacen sin una pierna o con una enfermedad dolorosa. Como dios manda.
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