Leo artículos y libros sobre la Guerra Civil y pienso que es muy cómodo desde nuestra España aburguesada del siglo XXI tomar una posición políticamente correcta acorde con nuestro orden actual. Sin embargo, nada más difícil que juzgar aquellos hechos desde el presente. Nada tiene que ver esta España con la del 36. Llevo un tiempo leyendo ensayos sobre el conflicto y ahora me doy cuenta de que todo es más complejo que decidir quiénes eran los malos y los buenos tomando como referencia nuestros valores y parámetros actuales.
Es algo así como si en el futuro alguien nos juzgara y llegara a la conclusión de que todos los que votaron a Aznar eran idiotas y que por su culpa entramos en la Guerra de Irak. O que pensara que éramos una sociedad conformista porque no hicimos una huelga general en condiciones contra Zapatero en el periodo de mayores recortes de nuestra etapa democrática y con unos índices de paro históricos. O que decidiera que eran gilipollas todos esos valencianos que refrendaron por mayoría absoluta un Gobierno implicado en casos de corrupción y que les llevó hasta el primer puesto en el ranking de autonomías endeudadas, con una deuda de 17.600 millones de euros.
Sería muy cómodo y fácil juzgarnos desde la inmunidad del futuro.
En el futuro probablemente también se preguntarán cómo pudo llegar a presidente del Gobierno un individuo sin carisma, cuestionado incluso por su propio partido, que previamente perdió dos elecciones que estaban ganadas y que se parecía el abuelo Cebolleta a pesar de sus esfuerzos por teñirse las canas. Tal vez entonces será muy fácil juzgar al electorado español y poner en tela de juicio su sentido común. Pero es que hay cosas que para entenderlas hay que vivirlas.
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