Por
ser de naturaleza fantasiosa o por simple y puro complejo de inferioridad, los
españoles tendemos a idealizar los países nórdicos, especialmente aquellos cuyos
nombres terminan en landia. Culpa de
Walt Disney, supongo. Todas nuestras utopías sobre democracias maravillosas y
quiméricas se cifran normalmente en Finlandia e Islandia, lugares que, por otra
parte, ni conocemos ni pensamos visitar. Y por supuesto no tenemos en ellos a
ningún pariente o amigo que nos pueda dar cuenta de lo que allí se cuece.
¿Quién
no ha oído hablar de Islandia, ese país de ciudadanos valientes y comprometidos
que, en los tiempos del 15-M, se negaron a rescatar a los bancos y metieron a
todos los políticos corruptos en la cárcel? Creo que algo hubo de todo eso, pero
con infinidad de matices y peros que alejan la realidad de Islandia de ese país
modélico con el que algunos sueñan.
Otro
tanto viene sucediendo con Finlandia, aunque en este caso como ejemplo de país
con un sistema educativo eficiente y admirable que siempre los eleva al podio
del informe PISA. Los fanáticos defensores del modelo finlandés no lo conocen
en profundidad, pero han leído por ahí alguno de los innumerables artículos que
todos los periódicos han publicado sobre la educación finlandesa, han retenido
un par de ideas vagas que suenan muy bien en el contexto de sus fantasías y ya no saben hablar de otra cosa en cuanto alguien saca el tema. Pues en
Finlandia eligen a los mejores profesores. Y los alumnos no repiten curso. Y no
les ponen notas numéricas. Ni llevan tareas para casa. Y el Estado costea todos
los gastos. Etcétera. No os voy a aburrir contándoos todas las bondades de la
educación finlandesa, que para eso solo tenéis que buscar en Google y os
aparecerán artículos sobre el tema para aburrir. Tampoco me voy a entretener en
matizarlas por no extenderme demasiado.
Lo
que quiero es poner en duda que un modelo como el finlandés pudiera funcionar
aquí, fuera de su contexto. Para empezar porque su sistema educativo es público
en un porcentaje elevadísimo. Ni una universidad privada hay en Finlandia. Así
que todos esos colegios concertados y privados que intentan engañarnos
diciéndonos que copian el modelo finlandés tendrían que empezar por echar el
cierre para dar ejemplo.
¿Y
cuál es el contexto de la educación pública finlandesa? Pues de Perogrullo: que
está en Finlandia y pensada para alumnos finlandeses. Ahí es donde radica el
secreto de su éxito. Los alumnos finlandeses, y los finlandeses en general, son
gente esforzada, seria y responsable. Solo el 8% del alumnado finlandés no
completa sus estudios obligatorios. Estoy seguro de que trabajan tanto en clase
que por eso no es necesario mandarles tareas para casa. Y apostaría a que en los
niveles más altos se matan a estudiar, que el suyo, por lo visto, es un sistema
muy exigente y competitivo. Solo hace falta decir que para acceder a la carrera
de maestro de primaria es necesario tener un sobresaliente en el bachillerato.
En uno de nuestros periódicos más católicos he llegado a leer que la forma de
ser de los finlandeses se debe en gran medida a una educación de herencia
luterana, que fomenta le responsabilidad y el esfuerzo.
No,
no debe de ser nada fácil para un mediterráneo integrarse en un sistema que
requiere un grado de esfuerzo y de voluntad tan grande. Ni siquiera lo sería para
los padres. Porque los padres finlandeses consideran la educación de sus hijos
como algo primordial y se esfuerzan por darles ejemplo, y de qué modo. El 80%
de las familias van a las bibliotecas los fines de semana. A las bibliotecas,
no al McDonald ni a los centros comerciales. Finlandia es el país que más
libros publica por número de habitantes. Se pasan la vida leyendo, incluso lo
hacen cuando ven cine, que allí a nadie se le ha pasado por la cabeza doblar
las películas extranjeras. Una estampa cotidiana en los hogares finlandeses es
la de los padres tomando café al mismo tiempo que leen la prensa. De esta forma
les transmiten a sus hijos lo importante que es leer y estar informados sobre
lo que sucede en el mundo.
Y
aunque al parecer los jóvenes finlandeses viven en hogares acogedores y tienen
unos padres que se preocupan mucho por ellos, pronto abandonan el nido. Allí
los hijos no se perpetúan en casa como esos trastos viejos que se acumulan y
van cogiendo polvo en el trastero. Sorprendentemente, muchos de ellos se van de
casa poco después de alcanzar la mayoría de edad. Incluso los que siguen
estudiando. Los universitarios suelen hacerlo en cuanto empiezan la
universidad. Tienen becas para estudiar, es cierto, pero resultan insuficientes
y muchos de ellos se buscan algún trabajo a tiempo parcial que les permita ser
totalmente autosuficientes.
Puede
que todo eso explique, mucho mejor que su sistema educativo, por qué siempre
sacan las mejores notas en PISA. Su sistema educativo no deja de ser otro
síntoma de su forma de ser.
No
vayáis a pensar que todo esto lo digo para rechazar un sistema educativo de tan
probada eficacia. Todo lo contrario. Como profesor, estaría encantado de poner
en práctica todas las innovaciones que pudiéramos importar de Finlandia. No
tengo ningún problema en dejar de mandar tareas a mis alumnos, ni en que
prohibamos para siempre las repeticiones de curso, ni en reducir las ratios, ni
en potenciar la enseñanza pública. Y si tengo que ponerme las pilas y hacer
cursos de formación para alcanzar las altas cotas de preparación de los
profesores finlandeses, podéis contar con mi predisposición absoluta. Sin duda,
una iniciativa así sería todo un éxito si contáramos con la materia prima
adecuada para ponerla en marcha. Llenadme la clase de alumnos finlandeses y
mañana mismo, si queréis, empezamos.
Y
si esto último no es posible, dejad ya de tocar los huevos con el sistema
educativo finlandés y busquemos un sistema educativo que pueda servir para una
sociedad que siempre ha presumido de su incultura, que idolatra a personajes
como Messi o Sergio Ramos y que sueña con llegar a protagonizar algún día uno
de esos programas tan fascinantes que emite Telecinco. Y obviamente no me estoy
refiriendo a Pasapalabra.
2 comentarios:
Sin duda tu artículo esta cargado de razón y verdad, esa verdad que muchos, los mas, no dicen, pero simplemente porque no la saben. Esos que se les llena la boca de palabras que no han ni si quiera racionalizado. Vamos puros loros repetitivos. Enhorabuena, porque en poco espacio has expresado un argumento contundente, y si alguno de esos papagayos lo llega a leer, que no creo sinceramente, lo mismo lo entiende o simplemente se lo aprende y comienza a repetirlo hasta el aburrimiento de sus contertulios. Así que agradecido de poder leer verdades como puños, aliñadas con sarcasmo e ironía. Enhorabuena
Muy bueno tu artículo, en tu línea. El problema, como bien das a entender, va más allá de los profesores, del sistema educativo, de los medios, es un problema de actitud: Si queremos copiar el sistema educativo finlandés, empecemos por llenar las clases de alumnos finlandeses.
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