domingo, 27 de abril de 2014

La espiral del silencio

La espiral del silencio es una teoría sociológica que sostiene que la gente se suma a las corrientes de opinión mayoritarias para evitar el rechazo social. Al final puede que todos, de una manera o de otra, seamos como Leonard Zelig, aquel personaje genial de Woody Allen que se mimetizaba con las personas que le rodeaban, incluso convirtiéndose en negro si todos los que estaban con él lo eran.

La teoría de la espiral del silencio partía de un análisis hecho en la sociedad occidental de la segunda mitad del siglo XX, un momento en el que los grandes medios de comunicación monopolizaban la opinión pública. La conclusión era que los seres humanos hacemos un constante sondeo a nuestro alrededor para saber si nuestra postura en un tema coincide con el de la mayoría o no. En caso de que exista coincidencia, normalmente no hay miedo de expresar lo que pensamos. Pero si no es así, si nuestras opiniones no coinciden con las mayoritarias, solemos reprimirnos para no ser rechazados. De esta forma, la espiral del silencio ayuda a fortalecer una opinión que no encuentra oposición y sigue ganando adeptos mientras silencia a los que no la comparten.

Solo una minoría fuerte y sin miedo al aislamiento social se atreve a enfrentarse a las corrientes mayoritarias. Normalmente son personas formadas y con una posición socioeconómica solvente las que forman parte de esas minorías que se atreven a defender posturas diferentes a las de la mayoría. También los hay que simplemente son artistas o intelectuales rebeldes e inconformistas sin miedo a las consecuencias de sus afirmaciones. Las opiniones minoritarias, en ocasiones, calan en parte de la sociedad y empiezan a ganar seguidores. De esta forma las opiniones minoritarias de una época pueden llegar a ser mayoritarias en otra. Supongo que eso explicaría fenómenos como el del rechazo y posterior aceptación de la homosexualidad por nuestra sociedad, cómo es posible que en pocas décadas haya pasado de estar mal vista e incluso perseguida por la ley hasta llegar no solo a la tolerancia de gran parte de la sociedad, sino a su aceptación y comprensión.

En una sociedad dominada por los grandes medios de comunicación, la espiral del silencio podía resultar positiva si, por ejemplo, servía para extender opiniones favorables a la democracia, la libertad o la solidaridad. Por el contrario, en momentos de crisis, podía alimentar ideologías como el nazismo. Sin ir más lejos, Elisabeth Noelle-Neumann, la autora de la teoría de la espiral del silencio, fue nazi en su juventud.

Supongo que ahora mismo se estará estudiando cómo se puede aplicar esta teoría a la nueva realidad mediática en la que vivimos. Por una parte, las redes sociales nos permiten buscar otras opiniones diferentes a los de los medios de masas, lo que les resta poder a quienes los controlan, que, en última instancia, es la clase política. Por otra, las posturas minoritarias, incluso aquellas que son execrables, irracionales o disparatadas, pueden encontrar partidarios en el vasto universo de Internet. Los machistas, los racistas o incluso los pederastas, gracias a la red, pueden combatir la soledad y el aislamiento al que hubieran estado condenados en otro tiempo. Internet les permite relacionarse con otros que son como ellos y reforzar sus posturas.

Escribo esto porque también he observado cómo ciertas ideas que hace unos años nos hubieran parecido despreciables aparecen de vez en cuando en los medios de comunicación (estoy recordando ahora mismo la aparición estelar de Marine Le Pen en el programa de Ana Pastor), y cómo esas ideas se convierten en larvas que se incuban en las redes sociales, que son el verdadero caldo de cultivo que garantiza su futuro.

Internet y las redes sociales son una vía de escape para todos aquellos que quieren defender posturas diferentes a las que intentan imponer los medios de comunicación de masas. Y eso a los amantes de la libertad de expresión es algo que nos fascina. Pero el problema es que las relaciones en la red son en gran medida horizontales, lo que quiere decir que lo mismo vale la opinión de un genio que la de un cretino. Mi poca fe en el ser humano no me hace pensar que en una batalla dialéctica en la red vayan a ganar los genios. No dudo de lo atractivas que resultan para muchas personas las opiniones de algunos cretinos con cierto desparpajo.

Que nadie piense que estoy pidiendo que se censuren algunas opiniones en Internet. Ya se hace y me parece terrible. Recientemente dos personas (Pablo Hasél y Alba González Camacho) han sido condenadas por expresar en la red sus opiniones y, aunque no estoy de acuerdo con lo que defendían, no comprendo ni siquiera que se les haya juzgado. Las opiniones o las canciones (aunque sean tan malas como las de Hasél) no son actos de terrorismo. Lo que quiero decir es que si Internet se convierte en una guerra de opiniones, no tengo ninguna fe en que triunfen los que más razón tengan. Las guerras las ganan los más fuertes, que en ocasiones son también los más imbéciles. “¡Muera la inteligencia!”, gritó Millán Astray, un tipo que ganó una guerra, fue jefe de Prensa y Propaganda en la dictadura franquista y todavía tiene en Madrid una calle dedicada a su memoria.

martes, 22 de abril de 2014

"Segundas personas" llega a tiempo para el Día del Libro

Mi nuevo libro llega justo a tiempo para el Día del Libro. Este libro se distribuye de forma alternativa desde la página de Bubok. Podéis comprarlo en formato digital o como un libro de toda la vida, en cuyo caso os lo llevará a casa un mensajero:


En Toledo también podéis conseguirlo en las siguientes librerías:



Si os pasáis por mi web, podréis descargaros gratis "Cielo abierto", el primer relato del libro:


SINOPSIS

Un hombre en una tumba vertical, un camionero peligrosamente aburrido, una actriz porno recreando el cuento de la lechera, un exmarido despechado sin nada que perder, unos adolescentes que juegan a retarse, una siniestra madre coraje o un aprendiz de psicópata son algunos de los personajes que se pasean por este libro de relatos. Seres humanos que dan asco, miedo o pena, y que cobran vida con el lenguaje áspero, crudo y sin concesiones de un narrador que los trata de tú y los condena a afrontar, no siempre como esperamos, las consecuencias de sus actos.

Segundas personas es un recopilatorio de individuos que se ocultan entre las sombras y que Félix Chacón consigue sacar a la luz para que no olvidemos esa parte sucia, latente e inevitable de la condición humana. Al seguir sus pasos puede que los odiemos o los justifiquemos, pero al final solo encontraremos una respuesta: no preguntarnos nunca si podríamos ser como ellos.



domingo, 13 de abril de 2014

Pulgarcito rojiblanco

Estos días he escuchado o leído en las redes sociales a muchos madridistas y culés que esperan y desean que gane la liga el Atlético de Madrid. Podríamos pensar que unos y otros lo dicen porque preferirían eso antes de que la victoria fuera para su histórico archienemigo, pero no lo creo. Aparte de cierta deportividad y admiración hacia un equipo luchador y un entrenador ejemplar, debe de haber algo más. Y se me antoja que ese algo más no es otra cosa que el mecanismo de tantos cuentos infantiles en los que el ser débil e indefenso acaba derrotando a sus enemigos y triunfando frente a las adversidades.

¿No os habéis preguntado por qué en los cuentos tradicionales siempre ganan los niños, los hermanos pequeños y los débiles? Pienso ahora en Hänsel y Gretel, en el sastrecillo valiente, en la pobre Cenicienta y, cómo no, en Pulgarcito. Por no hablar de la infinidad de cuentos en los que siempre hay, curiosamente, tres hermanos que tienen que superar una prueba y en los que, contra todo pronóstico, termina triunfando el pequeño. En las historias de Las mil y una noches también aparecen muchos personajes humildes que con ingenio y picardía consiguen derrotar a los malvados, como Alí Babá o aquel pobre pescador que tuvo que engañar a un genio cruel para encerrarlo en una botella antes de que lo matara. Tampoco me quiero olvidar de la Biblia y de su mítico enfrentamiento entre el joven David y el gigante Goliat.

Es lógico pensar que los niños se identifican con este tipo de personajes y que es esta identificación lo que ha hecho que todos estos cuentos sobrevivan a lo largo de los siglos. Sin embargo, creo que no son solo los niños los que se sienten atraídos por este tipo de personajes. Lo que no saben los niños de los mayores es que en muchas ocasiones nuestra perspectiva de la realidad no es muy distinta de la suya. Los problemas del mundo nos parecen inmensos e inabarcables y nos vemos pequeños e insignificantes frente a una realidad adversa a la que no sabemos cómo enfrentarnos.

Entonces es cuando llega el Cholo Simeone y nos hace soñar, nos hace creer que Pulgarcito vestido de colchonero puede derrotar a los gigantes blancos y azulgranas, a dos manos, y a la manera de los cuentos tradicionales, en los que los personajes débiles tienen que valerse del ingenio para derrotar a los más fuertes. Así explicó el Cholo hace unos días su victoria frente al Barça: “Las guerras no las ganaban los mejores, sino los que tenían mejor estrategia”.

Ojalá este cuento tenga el final feliz que se merece. Incluso muchos de los que sufrirán con la derrota de su equipo se alegrarán y no sabrán muy bien por qué. La pena es que el fútbol solo sea un juego. Cuánta falta nos haría un Atleti, un Cholo Simeone o un Pulgarcito para derrotar a los gigantes en las urnas.

miércoles, 2 de abril de 2014

La portada y una fecha

Dentro de pocas semanas estará a la venta mi libro de relatos Segundas personas. A ver si llega a tiempo para el Día del Libro. De momento os puedo enseñar la portada, que ya la he recibido.

También podéis anotar la fecha de la presentación. Será el jueves 8 de mayo, en la librería Hojablanca de Toledo.

Espero que pronto podamos hacer más presentaciones. Me gustaría ir a Madrid, que allí he presentado siempre todos mis libros, y, por supuesto, a Villafranca, mi pueblo.

Iremos a presentarlo allí donde nos inviten. Ojalá estemos todo el año de gira.