En
1996, cuando se estrenó Trainspotting,
los yonquis de la vida real no eran nuestros personajes favoritos. En aquellos
años se estaban convirtiendo en una especie en vías de extinción, aunque aún te los tropezabas de vez en cuando por las calles de Madrid. Si estaban de buenas,
podías tranquilizarlos fácilmente con alguna excusa o dándoles veinte durillos.
Si el mono era galopante y te amenazaban con una jeringa sidosa, los encuentros
no solían ser tan agradables. Pero el caballo empezaba a estar pasado de moda y
se imponían otras drogas, como las anfetas, los equis, los tripis y la cocaína,
que era ya entonces la reina de la fiesta.
Por
ese desajuste entre la realidad y la ficción, resulta muy curioso que Trainspotting, que cuenta las aventuras
y desventuras de un puñado de yonquis con aficiones despreciables, se
convirtiera en un fenómeno generacional. Porque atrapó no solo al público que
consumía drogas y transitaba por el lado más salvaje de la vida, sino a un
amplio abanico de espectadores entre los que estaban muchos que no se habían
fumado un porro en su vida.
Para
mí la clave del éxito de Trainspotting
se encuentra en las primeras frases de la película, en voz en off y al ritmo del “Lust for life” de
Iggy Pop: "Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una
familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches,
equipos de compact disc y abrelatas
eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar
hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa
deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una
amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los
domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que
embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida
basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo
miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has
engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida... ¿pero por qué
iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa.
¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”
Esta es la idea sobre la que se construye toda la película. En la vida solo hay
dos opciones: aceptar las reglas del juego de los mayores (buscar trabajo,
conseguir dinero, ligar, tener una familia…) o negarte a pasar por el aro. La
heroína, en ese caso, viene a ser, metafóricamente, la manera de decir no a
todo eso. De una forma tajante, demencial y suicida. De una forma poética.
La
novela de Irvine Welsh es excepcional, pero creo que no pasa de ser el retrato
de una parte de la juventud de Edimburgo en los años ochenta. Supongo que los
escoceses, o acaso los británicos, que vivieron aquellos años también se verán
muy identificados en el libro. Pero Danny Boyle con su película hizo que la
historia trascendiera y fuera más allá de una época y un lugar. Y sin
traicionar en ningún momento el espíritu del libro, su realismo crudo y su
humor grueso, en ocasiones brutal y escatológico. O el interés por la música,
que en la película se plasmó en una banda sonora memorable. También se
respetaron muchos temas secundarios que pueden aún hoy captar el interés de los
jóvenes: las amistades peligrosas, la importancia de la lealtad, las
dificultades para conseguir relaciones sexuales…
Muchos de los que éramos
jóvenes hace veinte años estamos esperando con gran expectación la segunda
parte de la película, y no solo por nostalgia. Los protagonistas de la película
vuelven con veinte años más, los mismos que han pasado para nosotros, y
queremos saber qué fue de ellos. Queremos saber lo que eligieron Renton, Sick
Boy y Spud, y en qué clase de basura se ha convertido Begbie. Porque necesitamos
ver si han envejecido peor que nosotros. Porque de alguna forma queremos compararnos con
ellos. Porque puede que muchos de nosotros aún no estemos seguros de haber elegido la
opción correcta.
3 comentarios:
Pare, en realidad ya sabemos lo que pasa aunque me da que Boyle ha modificado bastante el tema: hay un libro secuela, Porno, muy curioso porque cada capítulo está en primera persona de un actor diferente. Básicamente coca donde antes heroina. Muy recomendable.
Lo sé, pero no lo he leído. Los que no hemos leído 'Porno' iremos al cine con más intriga. Si me gusta la película, seguro que acabo leyendo el libro.
Yo leí la novela hace unos años y me decepcionó un poco, quizás por las tremendas expectativas que me hice. De todos modos, eso de rebelarte contra el sistema a base de estar todo el día pedo perdido no me atrae mucho, no me estimula ni me dice nada. Hay muchas maneras de oponerte al sistema que intenta alienarte. La actitud de los personajes de la novela me parece más que un acto de rebelión, un acto de cobardía y de sumisión, pues las drogas, al igual que las hipotecas, los trabajos alienantes, los teleconcursos y la comida basura, forman parte de toda esa mierda contra la que se supone que te rebelas.
¡Saludos!
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