viernes, 27 de noviembre de 2015

Ajedrez

En una partida de ajedrez en la que te encuentres acorralado y a punto del jaque mate, no te servirá de mucho lamentarte por aquella jugada en la que perdiste a la reina o por aquel torpe movimiento que te costó las dos torres. Lo que aprendiste de aquellos errores quizá te sirva para futuras partidas, pero no para esta, en la que ya no quedan ni torres ni reina que defender.

Lo único que debe importarte en esta partida es buscar a la desesperada una estrategia ganadora con las pocas fichas que aún conservas sobre el tablero. No será fácil. Tendrás que emplear todos los recursos que tengas a tu alcance para perjudicar a tu adversario y para salir del hoyo en que te has metido. Poco importa a estas alturas que seas tú el responsable de haber cavado un hoyo tan profundo.

En los juegos de estrategia en los que hay vencedores y vencidos, independientemente de lo grande que sea el tablero y del número de fichas que estén en juego, siempre pasa esto. No importa mucho el desarrollo de la partida, sino elegir con acierto la próxima jugada.

Es obvio que no habría vencedores ni vencidos si la partida no hubiera comenzado, pero ya es un poco tarde para volver atrás. Sobre todo cuando tu adversario no está dispuesto abandonar, ni mucho menos a negociar unas tablas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, señor. Me gusta.

Balbi Mar