lunes, 23 de junio de 2014

Presentación de "Segundas personas" en Villafranca


Se acerca el día de la presentación de Segundas personas en Villafranca y ya puedo desvelar que mi presentadora y cómplice será Rosa Rodríguez Beteta, que lleva al frente de la biblioteca de mi pueblo casi treinta años, el mismo tiempo que hace que nos conocemos. También contaremos con la colaboración de Lucía Manrique Aranda y Alicia Avilés Pozo, que jugarán un papel muy importante en este encuentro literario.

No es la primera vez que presento un libro en la biblioteca de mi pueblo, pero me hace la misma ilusión que si lo fuera. Su inauguración, allá por el año 1985, está estrechamente ligada a mi afición a emborronar folios. Fue la excusa perfecta para escribir mi primer cuento, al menos el primero del que tengo memoria. Recuerdo que don Juan, mi profesor de Lengua y Literatura de entonces, fue el que nos propuso escribir un relato que hablara de libros para el concurso literario que se había convocado con motivo de la apertura de la nueva biblioteca. El caso es que gané y tuve que asistir a la inauguración, y me hicieron leer el cuento en el salón de actos delante de un montón de gente, y un señor con traje, que supongo que era el consejero de cultura o algo así, me hizo entrega de un diploma y un cerro de libro, y me acuerdo bien de él porque hay por ahí una foto donde quedamos los dos inmortalizados.

Desde el primer momento, en la biblioteca ya estaba Rosa, y puede que por eso vengan a ser para mí más o menos la misma cosa. Me las presentaron juntas y en estos casi treinta años nunca han dejado de ser la una sin la otra. Hace poco cambiaron la biblioteca de edificio y la biblioteca siguió siendo la misma, con otro atrezzo, pero la misma al fin y al cabo, porque Rosa seguía allí, y uno no deja de ser lo que es solo por cambiarse de casa. Una biblioteca no es un edificio, ni siquiera los libros que contiene, sino las personas que le dan vida y alma.

Después de todo este tiempo lo que más me admira de Rosa es que siga luchando por la biblioteca con el mismo convencimiento que el primer día y sin haberse dejado vencer en ningún momento por las adversidades, que no han sido pocas. Luchar por la cultura en un pueblo de la Mancha manchega no deja de ser algo quijotesco, en el sentido admirable y romántico del término.

Los recortes acechan a las bibliotecas y ya hay por ahí una marea amarilla que viene a completar el arco iris de las movilizaciones ciudadanas. La poca importancia que nuestros gobernantes dan a la cultura provocará el cierre de algunas bibliotecas y el despido de muchos bibliotecarios y bibliotecarias. ¿Cómo se calcula la rentabilidad de una biblioteca? ¿Depende de los habitantes de una localidad o un barrio? ¿De la cantidad de préstamos mensuales? ¿De los niños que acuden a su ludoteca? ¿Del número de miembros de sus clubs de lectura? Medir la importancia de la educación y la cultura con números es como pesar los libros para saber cuál es el más recomendable. La biblioteca hizo de pueblos como el mío un lugar mejor, pero ninguna estadística de las que manejan los políticos puede reflejar cuánto nos hizo crecer por dentro cuando abrieron sus puertas.

2 comentarios:

Rita Relata dijo...

Mucha suerte guapetón. Bibliotecas, música, arte, cultura, magia qué más da, intangible para el dedo corrupto, de difícil traducción en cuentas suizas. Hace pocos días encontré la magia en un pueblo manchego. Creo que por eso puedo entender esa cultura de pueblo que relatas en tu escrito. Besos muchos y enhorabuena.

Félix Chacón dijo...

Muchas gracias, Rita. Un fuerte abrazo.