domingo, 21 de octubre de 2012

Universos morales


El otro día, volviendo a ver “Balas sobre Broadway”, me puse a pensar en el relativismo moral. Fue por culpa de esa escena genial en la que el protagonista, un dramaturgo que dirige por fin una obra con un buen presupuesto, le cuenta a un amigo que tiene remordimientos por estar engañando a su novia con una actriz y este le dice: “Oye, la conciencia es un rollo burgués. Un artista crea su propio universo moral”. Y después de un pensamiento tan profundo añade un consejo impepinable: “Hay que hacer lo que hay que hacer”. Esta ética tan sólida no solo servirá para tranquilizar la conciencia del protagonista, sino también para que su amigo se aproveche de la situación y se acueste con su novia.

Este de los universos morales es un tema que siempre me ha apasionado. Es bien sabido que muchos ateos en el fondo somos unos moralistas. Tiene mucho sentido. Las religiones son cómodas. Te dan todo el trabajo hecho: unos cuantos mandamientos y ya tienes el mal y el bien perfectamente clasificado en dos cajones. Un chollo. Los ateos y los agnósticos, sin embargo, nos pasamos la vida reflexionando sobre la ética de nuestros comportamientos. De alguna forma intentamos justificar lo injustificable, esto es, que es mejor portarse bien que mal. Es un trabajo arduo porque, en plan cínico, lo mismo daría ser bueno que malo.

Y luego están los listos, que vienen a ser la mayoría de los que hoy se llaman creyentes, que respetan la religión solo para aquello que les conviene, que bien es sabido que muchos católicos que sacan sobresaliente en procesiones no llegan ni de lejos al aprobado en ayudar al prójimo y en otros dogmas que exigen mucho más sacrificio que pasar por la peluquería y vestirse de domingo para acarrear santos por las calles.

Ahí está la Cospedal, que se disfraza de beata de tiempos de Franco para ir a ver al papa o para asistir al Corpus toledano cuando todo el mundo sabe que en su vida privada no ha tenido nunca ningún problema en desobedecer los preceptos de la Iglesia: divorciada, madre soltera, segundas nupcias... Y eso que para la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana esos son pecados de los gordos. Por no hablar del poco amor al prójimo que demuestra en cada una de sus decisiones políticas. Es curioso que luego no deje de dar dinero a los colegios católicos concertados para que se eduque a la juventud en los dogmas que ella se pasa por donde amargan los pepinos. Y la pregunta es: ¿sufrirá esta mujer al darse cuenta de las terribles contradicciones en las que sustenta su vida? Lo dudo. Supongo que no le ha hecho falta ser artista para crear su propio universo moral.

A veces la gente se pregunta cómo personas que se dedican a putear a todo el mundo pueden dormir tan a gusto por las noches. Y he nombrado a la Cospedal por poner un ejemplo, que igual me hubiera valido cualquiera de los políticos que hoy ostentan un cargo importante en España, del PP o de los otros, que lo mismo me da que me da lo mismo. O algún banquero como Botín. O algún empresario como Amancio Ortega. O algún periodista como Pedro Jota. Estos tampoco son artistas y, sin embargo, gozan de un universo moral tan amplio y desahogado que probablemente hasta tienen sitio para justificar sus tropelías dándoselas de salvapatrias. Los salvapatrias son esos individuos que piensan que son ellos los que tienen que mandar porque los otros siempre lo harían mucho peor.

Lo que la clase media necesita para sobrevivir en este mundo de mierda que nos aguarda es seguir el ejemplo de todos estos próceres nacionales. Cómo me gustaría tener un universo moral tan extenso, vasto e inabarcable como el que tienen ellos para poder ser un sinvergüenza sin remordimientos y sin escrúpulos. Y no me dan envidia ni sus altos cargos ni sus millones de euros, sino la tranquilidad de conciencia con la que viven. Hay que dejar de una vez los psicólogos, los somníferos, las terapias orientales y el yoga, que son rollos de perdedores de clase media, y ampliar sin cortapisas nuestros universos morales. En el mundo que viene la moral va a ser un estorbo y es hora de empezar a soltar lastre.

5 comentarios:

Antonio Díez dijo...

en el caso de la religión católica existe la confesión y el arrrepentimiento, es decir, que puedes hacer cualquier barbaridad pero luego vas, te confiesas, te arrepientes, y a otra cosa mariposa... el caso de cospedal me recuerda un poco al de la regenta: asediada por los galanes políticos y religiosos, se deja engatusar por ambos. recuerdo en especial esa escena en la que la regenta sale a recorrer descalza la procesión para escarnio propio y asombro ajeno... cospedal, que en su día cedió ante la "modernidad" de la maternidad sin matrimonio, purga hoy ese atrevimiento juvenil con mantilla y peineta, o tal vez precisamente por eso: ejemplo público para las "alocadas" chicas de las juventudes del pp: aviso a navegantes. ojo con lo que hacéis, amigas... también pudiera ser la fe del converso. peligrosa fe.

Félix Chacón dijo...

De siempre los conversos han sido los más extremistas, pero en este caso me temo que la conversión es paripé y conveniencia. No cuela. Demasiado forzado.

Félix Chacón dijo...

Los católicos tienen pecados que no se reparan con la mera confesión. Fíjate, por ejemplo, en los matrimonios. Para romper uno ante Dios no vale con confesarse y arrepentirse. También hay que pasar por caja. Como en los tiempos de las bulas. Siempre ha sido una religión muy exigente.

Mercedes García dijo...

¡Ay! Félix, universos morales, tantos como mortales y si en estos multiplicas por la educación recibida, la religión escogida, y mucho más, llegamos a aleph (cardinal del infinito más numerable)

Orion dijo...

Muy interesante el tema de los universos morales, condicionados por la educación, la religión, la ética... La cuestión es qué educación, qué religión, qué ética y qué moral nos inculcan durante la niñez y la adolescencia, etapas muy delicadas e importantes de nuestra vida, en las que sólo unos pocos son capaces de filtrar la información que reciben y componer su propio universo moral. Ese filtro del que hablo se realiza, más bien, en la edad adulta, dependiendo del grado de madurez y libertad que la persona haya alcanzado. Yo he conocido adolescentes bastante maduros y estables, con un nivel de inteligencia emocional superior al de muchos adultos. El escritor cubano, Pedro Juan Gutiérrez, en su novela “El nido de la serpiente”, cuenta que a los 40 años empezó un proceso de limpieza para librarse de toda la mierda que le habían metido dentro en todos esos años, sobre todo durante la escuela y el servicio militar.

A mí lo que más me llama la atención de la derecha española es la hipocresía, eso de guardar las formas y adoptar una postura o dar una imagen de cara a la galería que, de puertas para adentro, no se corresponde con la realidad.

Tú pones el ejemplo de la Cospedal, pero no es el único, recordemos también a Álvarez Cascos, insigne político de derechas, defensor de la unidad familiar y adalid en la lucha contra la ley del divorcio, ley a la que él, una vez aprobada, se acogió dos veces.

Algo parecido sucede con el aborto: ¿Cuántas familias de derecha y de extrema derecha, durante los años 70 y 80, mandaban a sus niñas a estudiar inglés a Londres? Claro, hay que censurar el aborto, sin excepción alguna, pues es execrable y lo condena la santa madre iglesia, pero el aborto de la hija de la vecina del quinto, si se trata de mi niña la cosa cambia. A mi niña no le voy a joder la vida, ¿no?

¡Saludos!