martes, 13 de diciembre de 2011

Escenas memorables: Érase una vez en América

En las más de tres horas y media de la mítica Érase una vez en América de Sergio Leone hay muchas escenas impagables, pero ninguna me impresionó tanto como esa en la que el joven Patsy le lleva un pastel de nata a Peggy, una adolescente con vocación de prostituta, para conseguir sus favores sexuales.

Es una escena que no aporta nada a la trama principal de la película, pero el propio director -que tanto tuvo que pelearse con los productores para defender la desmesurada duración del metraje- tuvo que ser consciente de su importancia, de su profunda significación. Son cuatro minutos soberbios que Leone sabía que no podían quedarse fuera del montaje final. Porque el director italiano que inmortalizó el spaghetti western no solo quiso hacer una película de gángsters con todos sus ingredientes, sino meter dentro todo lo que para él significaba la América del siglo XX. La necesidad y la precariedad, moral y económica, de las primeras décadas del siglo sin duda le parecían un tema fundamental.

La escena está protagonizada por Patsy (Brian Bloom), uno de los muchachos que hacen de comparsa de Noodles, el protagonista (Scott Tiler en el papel de adolescente y Robert de Niro en el de adulto). La secuencia empieza cuando Patsy va a comprar un pastel de nata de cinco centavos, que, como bien le explica a su amigo pastelero, es el precio estipulado para follar con Peggy, que por uno de dos no pasa de la paja.

Con el pastel bien envuelto se acerca hasta el piso de la muchacha y llama a la puerta. Sale a abrir la madre de la chica y le dice que espere, que Peggy se está bañando. Patsy, que alcanza a verla medio desnuda metida en un barreño, se queda esperando en las escaleras.

Sergio Leone debió de medir muy bien el tiempo de esta escena. Patsy se queda solo y no dice ni una palabra. El espectador tiene que entender todo el proceso mental del protagonista observando sus gestos y sus acciones. Me atrevería a comparar esta escena con aquella otra mítica de Chaplin en la que se comía una bota.

Patsy, que no sabe qué hacer mientras espera, observa que hay algo de nata en los bordes del papel del envoltorio. Casi como si se estuviera esforzando por dejar el regalo más presentable, recoge con los dedos esos restos de nata y se los lleva a la boca. Después de meditarlo unos instantes se decide a abrir el paquete y coge la guinda, pero se arrepiente y la vuelve a poner en su sitio. Se conforma entonces con rebañar la nata que se ha quedado adherida al envoltorio. Cuando termina de hacerlo, está decidido a dejarlo ahí y hacer como si no hubiera pasado nada. No puede. Finalmente se come la guinda. A renglón seguido hace un amago de querer envolver de nuevo el pastel, pero termina comprendiendo que ha quedado totalmente deslucido sin la guinda. Ha llegado a un punto de no retorno y ya no tiene sentido seguir engañándose. Es entonces cuando se abalanza literalmente sobre el pastel y empieza a devorarlo con ansiedad.

Cuando todavía tiene los dedos manchados de pastel y la boca ribeteada de blanco, se abre la puerta y sale Peggy cargada con un cesto de ropa. Patsy se apresura a esconder el papel del envoltorio. A lo que no le da tiempo es a preparar una buena justificación para explicar por qué la estaba esperando. Ella le pregunta qué quiere y él le dice que no quiere nada, que había ido a decirle algo de parte de los chicos, algo que no es capaz de decir qué es y que decide que ya le dirá en otro momento. Después de una explicación tan cantinflera, Peggy, que es puro genio, no le da más importancia y se aleja de allí meneando la cabeza, como dejándolo por imposible.

Para mí esta escena, aparte de tener una calidad cinematográfica incuestionable, me sugiere dos lecturas posibles, complementarias. Una muy literal: a veces el placer de comer puede superar al deseo sexual, sobre todo si acucia la necesidad. La otra, mucho más profunda: en ocasiones actuamos como movidos por resortes que no controlamos, por ideas que nos meten en la cabeza, por convenciones que aceptamos sin cuestionar, por instinto, por deseos irracionales. Y eso nos impide diferenciar lo principal de lo accesorio, lo necesario de lo prescindible.

Llegan tiempos duros en los que habrá que saber elegir qué es lo que queremos, por qué merece la pena hipotecarse, por qué merece la pena trabajar como un mulo. Y veo a mucha gente confusa, gente que no sabe diferenciar lo necesario de lo contingente, gente que se ofende si le dices que parte de sus problemas los tienen por haber intentado vivir por encima de sus posibilidades, que considera que haber comprado un piso de 300.000 euros, dos coches de 18.000, una Kawasaki 500 y una Playstation 3 era algo razonable que entraba dentro de las aspiraciones de un currante. Y, por supuesto, unas vacaciones caras en el extranjero. Y un montón de copas cada fin de semana en garitos caros, de los que tienen pestillo en el servicio para poder consumir a gusto el imprescindible gramo de farlopa.

Pero ahora todo se ha acabado. Para algunos, los que ya no tienen ni los cinco centavos que vale el pastel, definitivamente. Otros tendrán que elegir cómo sacarle partido a esos cinco centavos, a la calderilla que suena en el fondo del bolsillo.

A lo mejor no es tan difícil elegir. A lo mejor para acertar en la elección solo necesitamos, como Patsy, un poco de tiempo. El problema es que el mundo va demasiado deprisa y así es imposible  pensar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se puede pensar, Félix. Se puede. Piensa más deprisa que la velocidad del mundo y ya está.

Anónimo dijo...

jorge uribe alvarez Dice:
1 febrero, 2013 en 2:24 pm | Responder
Jorge Uribe Alvarez Says:
January 31, 2013 at 5:38 pm
ERASE UNA VEZ EN AMERICA, DE SERGIO LEONE, ES UNA OBRA SOBRE LA AMISTAD, LA INFANCIA,LOS SUEÑOS ROTOS Y SOBRETODO DE COMO SE CONSTRUYE UN PAIS EN BASE A LOS OSCUROS ENTRETEJIDOS DEL CAPITALISMO AL SERVICIO DE, A VECES,INTERESES NO SIEMPRE DEL LADO CORRECTO DE LA LEY.
A LO LARGO DE LOS DISTINTOS MOMENTOS EN LA VIDA DE SUS PROTAGONISTAS,EN UN RELATO QUE JUEGA MAGISTRALMENTE CON EL TIEMPO, ESTA OBRA MAESTRA NOS CONDUCE A AQUELLOS INSTANTES QUE NUNCA OLVIDAMOS,EXPERIENCIAS TEMPRANAS QUE NOS SEGUIRAN POR SIEMPRE PERSIGUIENDONOS COMO FANTASMAS….
CON UNA BANDA SONORA EXTRAORDINARIA(A MI JUICIO LA MEJOR DE LA HISTORIA DEL CINE) DE ENNIO MORRICONE,LAS IMAGENES IMPACTAN POR LA BELLEZA Y POESIA VISUAL POCO COMUNES EN LA PANTALLA.
UNA HISTORIA DE GRAN EXTENCION,ABSOLUTAMENTE NECESARIA PARA COMPRENDER ABSOLUTAMENTE LAS IDAS Y VENIDAS DE QUIENES SON TITERES DEL DESTINO,NOS CONMUEVE PROFUNDAMENTE.
FILM PARA ADULTOS,CUENTA CON UN ROBERT DE NIRO INSUPERABLE EN SU ROL DE NOODLES,JUNTO A UN ELENCO ELEGIDO EFIZCAMENTE PARA LOS PERSONAJES.NOTABLE TUESDAY WELD Y JOE PESCI.
PARA QUIENES AMAN EL CINE COMO YO,ES UNA DELICIA UN FILM COMO ESTE,QUE NOS IMPRESIONA POR SU SOLVENCIA AUDIOVISUAL Y POR LO ESTREMECEDOR DE SU MONTAJE Y PUESTA EN ESCENA.
!EXTRAORDINARIAMENTE OBLIGATORIA!
JORGE URIBE ALVAREZ, ESPECIALISTA EN CINE
juribea59@gmail.com