domingo, 12 de diciembre de 2010

Cortinas de humo

A mí me llaman mucho la atención las coincidencias léxicas o temáticas. No sé si os habrá pasado alguna vez. Las coincidencias léxicas suceden cuando de repente tropiezas con una palabra cuyo significado ignoras -pongamos “superchería”, “ominoso” o “estólido” - y en un mismo día o en pocos días llegas a escucharla varias veces en diferentes contextos.  Lo mismo sucede muchas veces con los temas, que aparecen por arte de birlibirloque en distintos foros que, en principio, no mantienen ninguna conexión. Son corrientes subterráneas del pensamiento que uno no sabe bien de dónde vienen.
En estas últimas semanas empecé a darle vueltas al tema de las cortinas de humo porque apareció como uno de esos temas recurrentes. El primero en mencionarlo fue un compañero de trabajo: toda esta presencia de los controladores de vuelo en los medios no es nada más que una cortina de humo para no hablar de los problemas importantes. La verdad es que no me convenció porque hablar de los problemas importantes no suele solucionarlos y además puede conducir a la depresión.
Un par de días más tarde me llegó un mailing en el que Noam Chomsky exponía las distintas maniobras que los poderes fácticos llevan a cabo para aborregar a las masas mediante la manipulación mediática.
Al poco tiempo alguien me comentó que todo esto de Marta Domínguez y el dopaje es una cortina de humo para que olvidemos el tema de los controladores. Ese mismo día otra persona me lo volvió a comentar. Y justo anoche un colega, que es policía, me estuvo explicando que es oportunista que saquen ahora la noticia de Marta Domínguez cuando es un tema que la Guardia Civil investiga desde la primavera. Hoy he entendido por qué tanta gente anda a vueltas con este tema: González Pons, el secretario de comunicación del PP, ha aparecido en el telediario acusando al gobierno de que el tema de la Operación Galgo es una cortina de humo. Acabáramos.
Es vergonzoso que un secretario de comunicación de un partido político sea tan cínico. Ellos, los que manejan en la sombra la imagen pública de los partidos políticos, son los que elaboran y planifican las estrategias de comunicación de los telediarios. Hay mucha gente contratada solo para eso. Y es normal. No todas las informaciones pueden ser noticia en el mismo momento de producirse. Los datos de una investigación policial, por ejemplo, no pueden salir a la luz hasta que se lleven a cabo todas las diligencias. Y es normal que una empresa, un partido político o un gobierno estudie cuándo es el momento más oportuno para publicar una información. Algunas veces por cuestiones éticas, otras por ominosos intereses particulares, claro. Los medios de comunicación también magnifican o ningunean las noticias por intereses, unas veces políticos, otras económicos. Es normal que se dé transcendencia a una noticia que consigue lectores, oyentes o telespectadores. ¿O es que alguno de nosotros de verse en una coyuntura similar actuaría de otra manera?
No hay nada raro en todo esto. Lo único raro es que haya todavía gente que alucine con que el mundo funcione así. Nos encanta pensar que hay una conjura que nos impide ver la realidad como es.  La realidad no  es de ninguna manera. La realidad es lo que tú quieres que sea. Esfuérzate por crear una realidad única y personal. Lee entre líneas las noticias. Piensa no solo en lo que te cuentan, sino también en por qué te lo cuentan. No te dejes deslumbrar por la noticia que abre el telediario. Piensa también por qué es esa y no otra. Sigue las noticias que te interesen. Discrimina el resto. Construye tu propio mundo de intereses. Déjate influenciar culturalmente solo por los medios afines a tus gustos. A mí no me influyen en absoluto Los 40 Principales porque no los escucho. Ni la revista Qué leer porque no la leo. Ni el todopoderoso Corte Inglés porque nunca compro allí ni tengo su tarjeta de socio. La diversidad de medios de comunicación y de cultura gratuita o a muy bajo coste de la que se puede disfrutar ahora nos permite diseñar una realidad a nuestra medida.
Siempre habrá unos medios de comunicación que querrán influir en nosotros, incluso recurriendo a la superchería. Pero qué es si no la comunicación humana. El lenguaje es en gran medida persuasivo, en gran medida interesado. Las motivaciones que nos empujan a comunicarnos no son siempre altruistas. Nosotros también, por ejemplo, esperamos el mejor momento para comunicar una noticia importante o preocupante a una persona a la que apreciamos. No solo es importante lo que se dice sino encontrar el momento idóneo para decirlo. Nosotros también ocultamos algo que nos perjudica o mentimos por interés.
No hay conjuras. Solo estrategias de comunicación que trasladan a la comunicación de masas lo que hacemos en la limitada esfera de lo particular.
Pensar que hay conjuras es una postura estólida que solo sirve como excusa para no esforzarse en comprender la realidad. Una postura cómoda que además queda muy bien en los mentideros que se crean alrededor de las barras de los bares y que, desde luego, puede ser una buena forma de entretener las comidas de empresa y las reuniones familiares navideñas.

                                               “¿Para qué quieres la información si no la usas?”
                                               Kiko Veneno

2 comentarios:

Rubén dijo...

Creo que esto no es más que una cortina de humo para no hablar de las ventas de tu libro.

Félix Chacón dijo...

O para ocultar cosas más lamentables, Rubén.