viernes, 26 de noviembre de 2010

Froilán

Hace unos días se celebraban los 35 años de reinado de Juan Carlos I, también conocido en algunos foros simplemente como Juancar, por lo majete, cercano y campechano que es. 35 años son casi mi vida entera. Desde que tengo uso de razón he sido súbdito de la Corona. Y hay que reconocer que Juan Carlos I lo ha hecho bien. Se ha ganado al pueblo español. Simplemente no haciendo nada. Que eso es lo que más se destaca de su actuación como Jefe del Estado, que no se haya metido en política. “El rey republicano” le llaman algunos. Otros dicen que es el mejor embajador de España. No sé si es verdad. Lo que sí es cierto es que debe de ser el embajador mejor remunerado del planeta.

No quiero enrollarme mucho hablando de las virtudes de su majestad. Voy al grano y sin esconder la realidad: Juancar nos ha ganado la batalla a todos los que tenemos sentimientos republicanos. Los que pensamos que la monarquía es una institución absurda, costosa y obsoleta nos quedamos sin argumentos cuando alguien nos pregunta qué ganaríamos derrocando al rey. Solo algo de dinero, acertarían a contestar los más optimistas. Este país, desengañémonos, amigos republicanos, sigue sin ser monárquico, pero es juancarlista hasta la médula. Y Juan Carlos I ha aleccionado tan bien a Felipe que tenemos juancarlismo para rato.

Así que podríamos resumir diciendo que Juan Carlos ha defendido tan bien su puesto de trabajo que se ha convertido en un monarca moderno y actual del siglo XXI, con lo que eso supone de anacronismo.

Aunque no todo ha sido tan moderno y actual como pudiera parecer. Hay un tema que sitúa a la monarquía española en los tiempos del absolutismo más rancio. Me refiero a la suerte de ley sálica que mantenemos aún. Se llama, por lo visto, sucesión agnaticia y no impide totalmente reinar a las mujeres, pero sí las relega a un segundo puesto si entre los hijos del monarca hay algún varón. Esa fórmula de sucesión es la que arrebató la titularidad de la Corona a la infanta primogénita, la infanta Elena. ¿Cómo podemos aceptar una discriminación por género tan escandalosa en nuestra época? No podemos estar pidiendo igualdad para la mujer y consentir que el Jefe del Estado no dé ejemplo.

El problema es que Elena, por educación o porque no tenga muchas luces, no reclama la Corona. Sin darse cuenta de que es una decisión que no solo le afecta a ella, sino también a su primogénito. Elena está quitándole a su hijo Froilán el derecho a ser rey de España.

Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón ahora solo tiene 12 años y probablemente aún no es consciente de todo esto. Pero todo llegará. Cuando crezca y se entere es fácil que acabe liándola parda, que todos sabemos que el buen carácter no es una de sus virtudes. Ya lo vimos pateando a una niña en la boda de sus tíos. Todo muy simbólico. Pateó a una niña como manifestación de su futura misoginia. Y lo hizo en la boda de su tío, que es el usurpador que le va a arrebatar su derecho a reinar.

Froilán es la esperanza de los republicanos. Solo él puede acabar con el buenrollismo de la familia real. Solo él puede hacer temblar los cimientos de la monarquía española.

Dentro de unos años veremos si estas aspiraciones frustradas desembocan en una juventud disoluta y tarambana. El alcohol, las drogas y las mujeres pueden acabar siendo el refugio de este grande de España vapuleado por la adversidad. Veo en su futuro mucho papel cuché, clínicas de desintoxicación, líos de faldas, hijos bastardos, censuras y prevenciones en los protocolos de las ceremonias de palacio…

Los republicanos y los grupos feministas debemos apoyar la causa froilanista. Sólo él puede socavar el crédito de la casa real española. Los republicanos apoyaremos a Froilán de la misma manera hipócrita con que las regiones nacionalistas apoyaron a Carlos, el hermano de Fernando VII. Ellos querían que les devolviera los fueros. Nosotros queremos que nos devuelva la república. No hay que tener miedo. No habrá una reedición de las Guerras Carlistas, que nadie está dispuesto a morir por tan poca cosa. La guerra froilanista será mediática y pancartera. Froilán acabará con la monarquía juancarlista solo por el hecho de reclamar su titularidad.

Republicanos del mundo, mujeres todas, no dejemos que quede impune esta ignominiosa discriminación. La heredera del trono es la infanta Elena. Y en caso de que renunciara a él, el heredero debería ser su hijo Froilán.

¡Viva España! ¡Viva el rey Froilán!

¡¡¡¡VIVA!!!!

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