jueves, 21 de enero de 2010

Fumaderos

Veamos si lo he entendido bien: parece que ahora van a prohibir a los empresarios y a los trabajadores autónomos de España abrir negocios que atenten contra la salud pública. Eso siempre desde la perspectiva de los censores de lo políticamente correcto, por supuesto. No se escucha el clamor popular que jalee estas medidas tan drásticas.

A mí este tipo de decisiones me desconciertan. Si el tabaco es legal, se debería permitir abrir locales de ocio donde los ciudadanos que tengan esa afición puedan disfrutarla e incluso fomentarla.

Lo que sí me parece bien es que se prohíba fumar en los bares y restaurantes, que, por lo que tengo entendido, son lugares para beber y comer. Para los fumadores hay que abrir locales específicos: fumaderos. Los no fumadores estarían en su perfecto derecho de no ir a estos sitios para que su salud no se viera perjudicada.

Por otra parte, los empresarios que abrieran un fumadero estarían en su derecho de vender bebidas de todo tipo. Al fin y al cabo vender bebidas no es nada ilegal. Lo hacen muchos establecimientos que no son bares. Tampoco se les podría prohibir vender comida. No creo que incurrieran en ningún acto delictivo al despachar raciones, bocadillos y menús a los parroquianos que tuvieran hambre.

Sería importante que los trabajadores que decidieran trabajar en ese tipo de locales firmaran una cláusula en su contrato asumiendo todos los riesgos y cobraran un plus de peligrosidad, como sucede en otros oficios peligrosos. No sería justo insistir en salvaguardar la salud de estos trabajadores si optaran por trabajar en un fumadero sin ningún tipo de coacción. En caso de ser tan estrictos tendríamos que extender este celo a otras profesiones peligrosas, que tendrían que ser prohibidas de inmediato: minero, bombero, guía de alta montaña, percebeiro, torero, piloto de carreras, etc. Por no hablar de la gente que trabaja en la industria química, en las centrales nucleares o en fábricas donde se inhalan todo tipo de gases y humos nocivos.

Si no se permitiera la apertura de negocios de iniciativa privada donde se pudiera fumar, sería un atentado contra nuestra libertad, una invasión del ámbito privado. Yo no soy fumador, pero bien puedo convertirme el día de mañana en el propietario de un local de este tipo. El Estado no debería tener potestad para arrebatarme ese derecho.

A mi padre le gustaba mucho este chiste:

A un hombre religioso que estaba en un velatorio le surgió una duda espiritual y decidió consultársela a un cura que estaba a su lado:
-Padre –le dijo-, ¿puedo fumar mientras rezo?
-No, hijo mío -le respondió-. Eso sería una falta de respeto hacia Dios.
Al rato el hombre decidió formular una nueva pregunta al buen párroco:
-Padre, ¿y podría rezar mientras fumo?
El cura meditó la respuesta unos minutos y finalmente respondió:
-Ah, eso sí, por supuesto.

Todo depende del enfoque que se le dé.

Gracias a esta nueva forma de contemplar el problema del consumo del tabaco en los bares muchos empresarios y trabajadores autónomos podrían reconvertir su honrado negocio hostelero en otro no menos lucrativo. Bastaría con acometer una pequeña reforma que consistiría más o menos en cambiar el rótulo o el toldo de su establecimiento para poner Fumadero El Pescaíto Frito o Fumadero Manolo donde hoy se puede leer Restaurante El Pescaíto Frito o Bar Manolo.

Y así todos contentos.

3 comentarios:

Ángel Gasóleo dijo...

Algún fumadero he visto yo ya por ahí...
Un saludo.

Félix Chacón dijo...

Yo anoche estuve en uno en el que había que llevar los faros antiniebla. Lo que no sé es cuánto tiempo le queda.

ana t díaz dijo...

se te da bien eso del marketing¡¡¡....jejeje