domingo, 6 de diciembre de 2009

La responsabilidad

Desengañémonos, llegar a jefe es una mierda. No envidio la vida de nadie que tenga un cargo directivo, ni en un organismo público ni en una multinacional ni mucho menos en una empresa familiar. Porque llegar a jefe consiste normalmente en asumir responsabilidades. Tiempo, complicaciones y quebraderos de cabeza.

El otro día leía en la prensa que un tanto por ciento muy elevado de los directores de instituto son nombrados a dedo. Es curioso que sea dentro de mi gremio, el profesorado, donde se ve tan clara la falta de vocación directiva de todo un colectivo. Esto demuestra que, a pesar de lo difícil que resulta en ocasiones dar clase, preferimos la pizarra al despacho. Demasiadas tensiones por un sobresueldo ridículo. Por no hablar del poco prestigio social que tiene la figura del director de colegio o instituto. Los padres solo se acuerdan de ellos cuando sienten la necesidad de pegarle cuatro voces a alguien. Por no hablar de los más vehementes, que siempre los buscan cuando tienen que rifarse un par de hostias.

Curiosamente no sucede lo mismo con otros cargos de mucha responsabilidad. Algunos mucho más expuestos y desagradables. Por ejemplo, ser alcalde. Nunca se ha dado el caso de que falten candidatos.

Dándole vueltas a lo difícil que es encontrar directores o directoras para los institutos y lo fácil que es encontrar alcaldes o alcaldesas (cargo complejo y de responsabilidad para el que, sorprendentemente, no se requieren estudios), he empezado a pensar en el tipo de personas que ocupan los puestos directivos en empresas, instituciones y organismos.

Dejaremos aparte a los que terminan en puestos directivos por imposición, que no son pocos. Bastante tienen los pobrecillos.

Veamos, pues, quiénes me quedan:

1. Los que disfrutan dando órdenes y se excitan solo de pensar en el número de personas que tienen a su cargo. Estos suelen ser los mismos que creen en eso de haber llegado a algo en la vida, sobre todo para presumir delante de familiares y amigos.

2. Los que esperan librarse de trabajos que les espantan. Ser el jefe de un almacén te puede de librar de mover cajas y de otra serie de trabajos esforzados. Ser el director de un instituto te libra en gran medida de dar clase a los díscolos adolescentes. Y no digamos ya los inspectores de educación. Los inspectores, en su mayor parte, son alérgicos al polvo de tiza.

3. Los que no tienen otro entretenimiento que estar trabajando. Hay una subespecie más patética dentro de este grupo: los que trabajan sin descanso para no tener tiempo de pensar en la puta mierda de vida que tienen. El trabajo en exceso, paradójicamente, ha evitado muchos divorcios.

4. Los que esperan sacar tajada por lo legal. Hay cargos directivos que están mucho mejor pagados que los de los institutos, evidentemente. Hay gente que sacrifica su existencia por una buena remuneración. Esto es el mercado libre: cada uno vende su vida al precio que considera. No juzguemos a las putas, que aquí todo el mundo se alquila por horas a cambio de algo.

5. Los que esperan sacar tajada por lo ilegal. Estos son los que se aprovechan de ciertos cargos, no necesariamente en la administración, para llevarse sobresueldos en B. Aquí entran muchos políticos, claro. Cuando los ves aguantando tantos insultos, tantas vejaciones, tantas injurias a lo largo de extenuantes campañas electorales de cuatro años, es inevitable pensar que, por alguna parte, se lo tienen que estar llevando muerto.

6. Los que lo hacen por vocación, que alguno tiene que haber, incluso en la política. Debe de haber un tipo de personas que disfrutan dirigiendo y coordinando proyectos por el mero gusto de hacerlos. Quiero pensar que hay ciertas personas que tienen motivaciones nobles y altruistas que les llevan a ocupar los puestos directivos en las empresas, los cargos importantes en política y los trajes con galones en el ejército a cambio de la satisfacción personal y cierta remuneración extra. Soy consciente, sin embargo, de que hay demasiados indicios que ponen en evidencia mi ingenuidad.

Algún tipo me habré dejado. Que alguien lo añada si se le ocurre. Ni que decir tiene que puede haber individuos mixtos, que podrían concentrar en su sola persona las características de varios de estos grupos. No es raro, por ejemplo, el espécimen que disfruta alardeando de galones al mismo tiempo que cultiva su afición por llenarse los bolsillos de billetes B.

La filosofía nació en Grecia porque hubo una clase de ciudadanos que podían disfrutar del ocio. El que no tiene ocio no puede pararse a pensar. La gente que, sin ningún tipo de imposición, elige una vida sin tiempo para leer, estudiar, aprender o pensar, es la gente que normalmente tiene cargos de responsabilidad. Los americanos siempre hacen películas en las que denuncian que este tipo de personas no tienen tiempo para ver el partido de béisbol de su hijo o la representación del cole de su hija, pero lo verdaderamente grave es que son personas que dejaron de preocuparse por el conocimiento.

Tiemblo solo de pensar que un día vienen a buscarme y me nombran director o jefe de estudios. Hasta he tenido pesadillas. Si alguna vez viene el inspector a hacerme una evaluación para considerar mis dotes de mando, creo que optaré por hacerle creer que no estoy en mis cabales. El psiquiátrico siempre sería mejor alternativa que cualquier despacho.

2 comentarios:

Miguel Avilés dijo...

¿Existe director de recursos humanos de pensionistas sin fronteras?. Me lo pido.

Anónimo dijo...

¿Existe directora de nada? Ese para mí.